Vía Verde de los Molinos del Agua
El día 25 de Abril del 2014, y, después de finalizar la Vía Verde de la Sierra Norte de Sevilla,
en Cazalla de la Sierra, mi amigo Manuel Del Río Ferro, “Penelas” y el que escribe, Francisco Conde Núñez, decidimos dirigirnos
hacia Valverde del Camino, en la
provincia de Huelva, con el objeto de llevar a cabo la denominada como Vía
Verde de los Molinos, con una longitud de unos 35 kilómetros, y que
abarca desde Valverde del Camino
hasta San Juan del Puerto. Salimos de
Cazalla de la Sierra, ya finalizada la Vía
de la Sierra Norte, sobre las 3 de la tarde….De las 3 rutas posibles por
carretera, para llegar a Valverde, acabamos por tomar la que propone mi amigo
Manolo, mucho más segura, aunque implique recorrer algún kilómetro más. De Cazalla, nos dirigimos hacia
Constantina, y, desde allí, pasando por Carmona
y Sevilla, por autovía, a la Palma del Condado para, desde allí,
dirigirnos a Valverde del Camino,
algo que, al final, haremos felizmente. En este recorrido, sin embargo, nos
sucederá algo, que, durante un tiempo, he estado dudando si describir o no. Al
final, como lo que nos ha sucedido puede ser de ayuda para todos aquellos que
viajen con sus bicicletas en el coche, he decidido relatarlo, haciendo un
paréntesis en la descripción de la Vía
Verde de los Molinos….
Cuando estábamos llegando a Constantina le pido a mi amigo hacer una parada para ordenar un
poco las ideas…ya que las imágenes sobre la Vía
Verde del Norte de Sevilla, que acabo de finalizar, aún están en mi mente…y
me gusta llevar ordenadas las cosas relacionadas con la bicicleta y la Vía Verde siguiente…..Hacemos la parada
y cuando miro en la bolsa de transporte
que llevo sobre el manillar de la bici,
y en donde suelo llevar la cartera, la cámara fotográfica y la linterna...observo
que me falta la cartera con el dinero, tarjetas y toda la documentación. Me
pongo muy nervioso. Mi amigo me intenta tranquilizar y buscamos por todo el
coche, pero la cartera no aparece por ningún lado. Yo estoy seguro que la
cartera iba en la bolsa de transporte
del manillar de la bici. Después de reflexionar un poco, en medio del
nerviosismo, me doy cuenta de lo siguiente: al finalizar el recorrido de la Vía Verde de la Sierra Norte en el Cerro del Hierro, yo había decido hacer
el recorrido de vuelta en la bici. Sin embargo, antes de ello, mi amigo y yo
decidimos visitar la Cascada del Hueznar,
situada a unos 2 kilómetros de San
Nicolas del puerto y acceder hasta allí en coche y con la bicicleta en el
portabicis. Cómo eran muy pocos los kilómetros a recorrer en el coche, hasta la
Cascada del Hueznar, cometo la grave
imprudencia de dejar situado en el manillar de la bici la bolsa de transporte con todas sus cosas dentro. Y lo que sucedió fue que, al cruzar uno de esos
vadenes que existen en algunos puntos
de la carretera, para que aminoremos la velocidad, el coche tuvo que dar un
pequeño respingo, abriéndose la tapa de la bolsa de transporte, y la cartera
salió despedida hacia el exterior. Cuando comprendí lo que había pasado el
disgusto que me llevé fue muy grande, y reconozco que si estuviera yo sólo, muy
posiblemente hubiera dado la vuelta y me hubiera vuelto a casa con el rabo
entre las piernas. Sin embargo, mi amigo “Penelas”,
me convenció para dar marcha atrás y repetir el recorrido en el cual la bolsa de transporte viajó sobre la
bicicleta en el coche. Mientras lo hacíamos yo repetí varias veces que la misión
que estábamos llevando a cabo, era lo mismo que intentar encontrar una aguja en un pajar. Creo que “Penelas” pensaba también lo mismo, pero,
sin embargo, no dejaba de repetir que ”había que facelo”, ya que, a
veces, ocurre el MILAGRO….Llegamos ,de nuevo, a la Cascada del Hueznar, viajando despacio y observando sin parar la
carretera. Nada de nada. La cartera
seguía sin aparecer. A los que estéis leyendo estas líneas os avanzo, sin
embargo, que el final de todo, el episodio será feliz….y ocurrirá el MILAGRO. Pero
sigamos….Dada ya la cartera por perdida decidimos, por un lado, llamar a los
bancos emisores de las tarjetas para solicitar que las bloquearan, y, por otro,
hacer la denuncia de la desaparición de la cartera en el Cuartel de la Guardia Civil. Como en San Nicolas del Puerto no había Cuartel
tuvimos que acercarnos a Constantina,
que si lo tiene. Aparcamos frente al Cuartel y, mientras mi amigo realiza la
denuncia, yo salgo fuera y llamo a mi Banco para informar del extravío de la
tarjeta y solicitar su bloqueo. Y, cuando le estoy dando mis datos personales,
surge el MILAGRO. La chica que me está atendiendo me informa que, un Policía
Municipal de San Nicolas del Puerto,
(que no tiene Cuartel de la Guardia Civil, pero si Policía Municipal) les ha
llamado para informar que, en la carretera que atraviesa San Nicolas del Puerto, una chica ha encontrado una cartera con mi
carnet de identidad, dinero y varias tarjetas. Me quedo de piedra y, por
supuesto, aliviado. Retiramos la denuncia en la Guardia Civil y volvemos de
nuevo a San Nicolas del Puerto. Preguntamos
por el guardia municipal y nos acercamos a su casa. El policía nos confirma la
noticia y nos informa que tiene la cartera en su poder en el ayuntamiento. Nos cuenta
que una joven del pueblo la encontró tirada en la carretera y se la entregó. A su vez, el
policía informó a mi banco de la perdida y éste bloqueó inmediatamente la
tarjeta. Además, el policía averigüó que yo tenía perfil en Facebook, y me envió un aviso. Como en la
cartera no encontraron mi teléfono, no
pudieron ponerse en contacto conmigo directamente. Me entrega la cartera y final
feliz. Yo, además de estarles muy agradecido, he aprendido la lección de que, aunque sean
unos pocos metros, nunca deberían dejarse las bolsas de transporte en el manillar de la bici, mientras ésta es
trasladada en un coche. Y, ahora, continúo con la descripción del recorrido de
la Vía Verde de los Molinos….
Ya más relajado, tanto yo como mi amigo, seguimos nuestro
camino, pues, además de la buena suerte que hemos tenido, no llegamos a perder
mucho más de horas en todo el episodio que acabo de describir. Esto nos permite
llegar a Valverde del Camino aún
siendo de día. Allí nos hospedamos en el Hotel
Montearoma, situado en el centro del pueblo. Antes de irnos a descansar aún
nos da tiempo de dar una vuelta por el pueblo, tomar algo y recordar los tiempos
lejanos en los que estuve impartiendo clases en el Instituto de Valverde.
Al día siguiente, después del desayuno, inicio el recorrido
de la Vía Verde de los Molinos, en lo
que antiguamente fue la Estación de
Valverde del Camino y que hoy acoge el Conservatorio
de Música de la localidad. Desde ahí comienzo a pedalear, aún dentro del
mismo pueblo, hasta llegar a un cruce con la carretera, en donde dejo a mi
derecha una escultura con el emblema de ésta localidad: un gran Boto
de los que se fabrican en Valverde. A partir de aquí una clara señalización nos
muestra la vía verde que debemos seguir, y que transcurre paralela a la
carretera que conduce a Beas, Trigueros y
San Juan del Puerto, y que observaremos a lo largo de todo nuestro
recorrido, ya que la Vía Verde discurre casi todo el tiempo al lado de la
carretera nº 435. Los primeros 12 kilómetros, partiendo desde Valverde del Camino, de esta Vía Verde
son una auténtica maravilla, tanto por el asfaltado de la Vía como por el
entorno. El problema es que, en los restantes kilómetros, el abandono al que
está sometido la Vía es una verdadera pena. Pero de ello hablaré más adelante. Como decía, el recorrido de los primeros kilómetros de la Vía Verde de los Molinos del agua, es una auténtica
maravilla, ya que pedaleamos entre pinos y con un firme asfaltado que da gran
seguridad, El día, además, es de auténtica primavera del Sur. Cuando llevo
pedaleando unos 6 kilómetros me voy acercando hasta la zona conocida como LOS
PINOS, en donde, además de una gran aglomeración de éstos árboles en la zona,
muchos Valverdeños tienen allí su segunda vivienda. Yo mismo, que he trabajado
en un Instituto de Valverde, durante 2 años, he tenido allí uno de esos
chalecitos, y, que, evidentemente me acercaré a ver, para comprobar que aún
sigue allí en pié, algo que me emocionó profundamente. Pero sigamos. Un poco más
adelante, nos encontramos con una gran PASARELA
ELEVADA a través de la cual podemos cruzar en bicicleta la transitadísima
carretera nº 435, lo cual es un gran acierto, ya que cruzar esta carretera sin
ella, representaría un gravísimo riesgo para los ciclistas. Por todo ello, me
pregunto cómo es posible que, después de este gran esfuerzo para llevar a cabo
esta Vía Verde, uno se lleve la sorpresa desagradable de encontrarnos, a partir
de ahora, con una Vía Verde totalmente abandonada. Después de cruzar la
Pasarela elevada, dejamos la carretera nº 435 a nuestra izquierda. Hasta el
kilómetro 12, la Vía Verde sigue
siendo lo mismo de buena, pero, a partir de este momento, comienzo a notar que
el asfaltado de la Vía comienza a desaparecer, con grandes baches, gravilla
suelta, socavones, etc. Aunque el paisaje y el medio siguen siendo una
maravilla, uno se ve obligado a hacer malabarismos con la bicicleta ya que los
baches obligan a ir de un lado a otro de la Vía con el objeto de esquivarlos, lo
que me incomoda enormemente. De este modo, después de pasar por el Area Recreativa de la Fuente de la Corcha
(Kilómetro 15), me voy acercando al lugar en donde en su momento estuvo la Estación de Beas en el Kilómetro 21 de mi recorrido. De la
Estación de Beas, sin embargo, no queda resto alguno, aunque las viviendas de
la zona, por las que atraviesa la Vía Verde, tienen cierto sabor ferroviario. Sigo
hacia adelante, con un firme de la Vía totalmente descuidado, y, después,
de recorrer 4 kilómetros más, llego a la
altura de Trigeros (Kilometro 25), en
donde cruzaré por una zona de chumberas, que llaman mi atención. Al abandonar
las mismas diviso a lo lejos un grupo de chalets, lo que me indica que estoy
entrando en Trigeros. El firme sigue
siendo nefasto. Además, la Vía Verde aún nos tiene reservada una sorpresa, por cierto, no
muy agradable. Al entrar en Trigueros,
observo, aunque ya iba sobre aviso por lo que había consultado antes sobre el
recorrido, que la Vía Verde
desaparece como tal, y es obligatorio entrar en Trigueros, [de repente, me acuerdo de Sarón
y de los hijos de Belcebú, de la Vía
Verde del Pas], ya que éste pueblo se ha comido la Vía y la Estación se halla “sepultada” entre las nuevas viviendas. No tengo más remedio que
preguntar para no pedalear en balde. Un lugareño me dice que siga todo recto, después
de pasar bajo un puente. Le hago caso y sigo pedaleando, pero un poco más
adelante me encuentro con la carretera cortada por un grupo de atracciones de feria colocadas en medio
de la misma. Tengo que bajar de la bicicleta y cruzar entre los cachivaches, hasta
llegar a un grupo de casitas blancas, en donde la fachada de una de ellas nos muestra
dos letreros (bastante difíciles de
observar) en donde uno señala que estamos en la Calle de la Estación y otro nos indica el Camino natural de los molinos de agua, por donde sigue discurriendo
ésta Vía Verde de los Molinos. En
este lugar, me encuentro de nuevo con mi amigo Penelas, que me sigue en el coche dándome seguridad, sobre todo, Psicológica, porque el pedaleo tiene que
hacerlo uno mismo. Estamos en el kilómetro
28 de nuestro recorrido. Sólo falta 7 para llegar al final de la ruta. Los
últimos 7 kilómetros de la Vía Verde de los Molinos del Agua, hasta llegar a San Juan del Puerto, son un verdadero
desastre en lo que se refiere al firme de la Vía. La capa de asfalto ha
desaparecido por partes, y, al no haber sido reparado, los baches aparecen por
aquí y por allá. Incluso hay zonas en donde sólo quedan ligeras filas de
asfalto con socavones a los lados, lo que hace, incluso, peligroso circular en
bicicleta. Creo que eso es lo que explica que la mayoría de los ciclistas que he
visto pasar, decidan circular por los arcenes de la peligrosa carretera nº 435. Una
verdadera pena. Finalmente, con la acumulación de este tipo de sensaciones
encontradas, porque el medio natural y el día son espectaculares y, a pesar de
todo, me siento feliz sobre la bicicleta, me voy acercando al final de la Vía Verde
en San Juan del Puerto (Kilómetro 35)
que, además, finaliza en un lugar bastante deprimente, es decir, cerca de un puente sobre el que pasa
la Autovía A49. Mientras tanto, yo esperaba finalizar en una bella Estación de Ferrocarril de estilo Neomudejar,
que según parece, (mi amigo Penelas se acercó hasta allí en el coche), está en la otra esquina del pueblo, y a la que, claro está, la
Vía Verde no accede. Por todo ello, no me extraña
que en el letrero que anuncia esta Vía
Verde de los Molinos….alguien, indignado y frustrado, haya escrito sobre el
mismo “Vía Verde Abandonada.” Una
pena, porque el recorrido en sí es maravilloso. http://animoto.com/play/l14bicsxSjUICERuivSXhw