24 ago 2008

Un Teixo centenario

A las 10 de la mañana del 10 de agosto del 2008, Toni, Carpente, Buján y yo quedamos en reunirnos en Pontedeume para llevar a cabo una ruta cicloturista por las Fragas del Eume y hacer una visita al Monasterio de Caaveiro. Este recorrido ya lo he descrito en otro post.
Al finalizar el recorrido, ya de vuelta en Pontedeume, decido seguir yo sólo por el carril-bici y acercarme a visitar un teixo (tejo) centenario, situado en el paseo marítimo, y que, desde siempre, me había llamado la atención. El árbol es de grandes dimensiones, y, está rodeado por una valla metálica. Además, de su tronco, parte una escalera en espiral que permite ascender al mismo. En el post, del que he hablado anteriormente, os prometía enterarme de su historia y contarla aquí.
Pues bien, gracias a mi amigo José Antonio Carpente, he averigüado algunas cosas: El árbol (me cuenta) es un teixo (tejo) centenario. Pertenecía a la finca de la familia Tenreiro. Dicha finca abarcaba desde la carretera hasta el río de Esteiro (el que pasa bajo el árbol). Don Agustín Tenreiro describe el árbol a principios de siglo. Dice de él que tenía una glorieta en la planta baja con un banco circular en su perímetro exterior. De la glorieta partía una escalera de caracol hasta el primer piso que tenía una mesa circular adosada al tronco del árbol. El piso era de madera y estaba sostenido por las ramas del árbol. La escalera continuaba hasta el segundo piso situado en lo más alto del árbol y desde el que se contemplaba una magnífica vista de los alrededores. Este segundo piso tenía un cierre circular de un metro de altura formado por las ramas del árbol. Adosado a este cierre había un banco circular. El remate del árbol estaba podado en forma de bola, la cual daba una sombra parcial al segundo piso. Según parece este árbol fue testigo de tertulias literarias a las que alguna vez asistió algún escritor ilustre, creo que Valle Inclán estuvo allí, pero ya te lo confirmaré. Parece que este dato es cierto.
(1912)
(1981)
Por otro lado, en un artículo, firmado por Areses Vidal en 1952, se afirma lo siguiente: El tejo se compone de dos pisos altos y la glorieta o gran sombrilla de la planta baja. Ocupa su centro el tronco del árbol, de 1,20 metros de diametro. Sus grandes ramas dan una gran sombra que abarca unos 12 metros de diámetro. Por una escalera de caracol se sube al piso primero, en el cual, de antiguo, existe una mesa circular alrededor del tronco. Este piso tiene vistas al exterior a través de unos huecos entre machones vegetales, formados por las ramas del árbol. El segundo piso forma una especie de terraza descubierta, que sombreada en parte por la bola de la corona del árbol, tiene un antepecho de más de un metro de alto que la rodea y al cual se encuentra adosado un banco circular de madera. Areses Vidal, el que escribió este artículo, es botánico y, como tal, dice que prefiere que el teixo esté como está ahora. José Antonio Carpente, que aunque no es botánico, si es un matemático que ama la naturaleza, afirma que, aunque eso suponga un atentado a la integridad del teixo, preferiría que estuviera como estaba antes. Y yo estoy de acuerdo con él.
Como punto final no estaría de más recordar las palabras, (un tanto retóricas, pero acordes con la época), que a principios del siglo XX, pronunció Antonio Tenreiro, arquitecto y propietario del teixo de la Casa Tenreiro, en donde mostraba su deseo de que este insigne ejemplar fuese conservado para las generaciones futuras: "Y vivirá el árbol para entonces? Esperemos que Dios hará que así sea y que la propiedad del árbol se transmita a manos tan cuidadosas y que tengan por el mismo tanto interés y cuidado como hasta ahora cupo la suerte que así fuese, a través de sus varios siglos de existencia. Pueden vivir estos árboles de mil quinientos a dos mil años, y ello hace esperar que el de Pontedeume pueda aún seguir admirando a muchas generaciones sucesivas. ¡Así sea!" [Ver Vídeo]

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