16 ago 2008

Espectros en la ciudad de Praga

Un día, ya de vuelta al Hostal Papillón, en donde nos alojábamos, vímos, en una calle cercana a la Plaza Wenceslao, salir despavoridas a un grupo de chicas. Después de unos gritos histéricos, comenzaron a sonar unas risas desternillantes. Nos paramos a ver que sucedía y nos quedamos de piedra al observar que no mienten aquellos que siguen afirmando que los espectros siguen poblando Praga. Se dice, también, que los checos, desde siempre, fueron entusiastas de las imitaciones. En este sentido, llama la atención, por ejemplo, la descripción que hace Jan Neruda, en los Cuentos de Malá Strana, de aquellos que, en su tiempo imitaban, en las cervecerías de Praga, el zúmbido de una mosca. "Yo he presenciado, dice, esta broma mil veces; quiero decir que en cada cervecería de Praga hay alguien que hace la mosca. .....¡Silencio! ¡Silencio! Por fin todo el mundo se calla y Loefler empieza a zumbar. Primero como si la mosca volara por el local; luego, como si chocara contra la ventana, y finalmente, como si se la metiera en un vaso, donde zumbara desesperadamente. Palmas en todas partes".
Pues bien, lo cierto es que, ya desde sus inicios, allá por el siglo IX, Praga parece estar vinculada a un sinfín de fábulas y leyendas. Así, me he enterado que por la calle Karlova, cercana al puente Carlos, pasea a veces un barbero loco que recorre esa calle, con su navaja de afeitar, rogando a los transeúntes que se dejen rasurar. También he averigüado que, por una calle vecina, (Liliová) vaga un monje joven, montado en un caballo blanco, sosteniendo su cabeza decapitada por haber violado las reglas monásticas. Hay que tener mucho cuidado, pues, su caballo arroja rayos por sus fosas nasales y de sus cascos brotan chispas. Si quieres liberarlo de su maldición debes frenar al caballo y traspasar al monje maldito con su espada. En la calle Martinská se halla la extraordinaria Iglesia de San Martín que, en la época medieval, formaba parte de la muralla que circunvalaba la Ciudad Pues bien, delante de la iglesia se os puede aparecer el alcalde que perdió su sello oficial, y después, por castigo, también su cabeza. Hay que tener mucho cuidado que el fantasma no os señale con el dedo pues eso será señal de que se os olvidará hacer algo importante, y, ello os acarraerá graves consecuencias. También nos podemos encontrar con un esqueleto de dos metros de altura que asiste a los actos solemnes de la Universidad de Carlos. La tradición popular relata que este gigantón vendió a la Universidad su esqueleto para fines científicos. Al día siguiente, despilfarró el dinero, se cayó de una escalera y se rompió la nuca. Desde entonces mendiga para conseguir dinero y recomprar su esqueleto. Cerca del templo de Nuestra Señora de Týn , y, en el día de San Bartolomeo, patrono de los carniceros, entre la medianoche y la una de la madrugada, suele aparecer aquí el espectro de un carnicero que empuña una hacha enorme. Y es que, en el siglo XVII, el gremio de los carniceros protegió la iglesia del saqueo por mercenarios alemanes. Sin embargo, uno de los carniceros no tomó parte en la lucha, al estar en un prostíbulo. Ahora, después de su muerte, enmienda lo que no hizo, protegiendo la iglesia ante los ladrones. [Fuente: Jaroslav Smrz]
Pero lo que no sabíamos es que todas estas visiones espectrales llegaban hasta el siglo XXI. Y es que, en un atardecer del mes de Julio del 2008, un grupo de amigos, que visitan Pragan, han logrado fotografiar, en una calle cercana a la Plaza Wenceslao, al espectro más espeluznante de todos: el moro de la capucha blanca. Su misión es asustar a todo aquel que se cruza en su camino. Tened cuidado no encontraros con él pues, su sóla visión, os desternillará ¡de risa!.
[Ver Fotografías de Praga]

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