11 ago 2008

Cicloturismo por las Fragas del Eume

Las "Fragas" son bosques en donde está presente, conviviéndo en armonía, una variedad importante de árboles autóctonos gallegos: carballos (robles), castaños, ameneiros (alisos), freixos (fresnos), abidueiros (abedules) y madroños. Mi amigo, J. Antonio Carpente, me recuerda también que, en las Fragas del Eume, hay una especie de helecho gigante que es endémico de la fraga. Por otro lado, es muy posible que si las "Fragas" del Eume no están esquilmadas ello se deba, en gran parte, a la dificultad que siempre representó explotar la madera en una zona de fuertes pendientes. ¡Benditas sean; pues, de buena nos han librado!
A las 10 de la mañana del 10 de agosto del 2008, Toni, Carpente, Buján y Yo quedamos en reunirnos en Pontedeume para llevar a cabo una ruta cicloturista por las Fragas del Eume y hacer una visita al Monasterio de Caaveiro. Los tres amigos que me acompañan viven en Pontetedeume y conocen al "dedillo" la zona. Yo, que soy un Vivariénse, que vive en Ferrol, la conozco menos, aunque recuerdo haber hecho esta ruta varias veces. Algunas en bicicleta y otras andando. En total, desde Pontedeume al Monasterio, (ida y vuelta) representa tener que pedalear durante unos 30 kilómetros.
El día no comienza bien desde el punto de vista climatológico. Momentos antes de salir comienza a llover con cierta intensidad. Nos resguardamos debajo de unos soportales, y, más adelante, en una marquesina del bus. Por lo demás, tuvimos suerte, ya que, en la mayor parte del recorrido, la lluvia apenas nos molestó. Salimos de Pontedeume en dirección al Monasterio de Caaveiro. En principio seguimos el carril-bici que existe en el paseo marítimo y pedaleámos tranquilamente por él hasta desembocar en una carretera que nos llevará al Monasterio.
Al llegar a Caaveiro nos recibe, Jesús, un amable guía del Monasterio. Más tarde nos explicará (a un grupo amplio de personas) detalles del mismo. Toni, Carpente y Buján (que, como he dicho, son de Pontedéume) también contribuirán con sus aportaciones y recuerdos (incluso sobre sus correrías de niños por este lugar) a informarnos de la historia del Monasterio.
Así, por ejemplo, nos enteramos que, durante años, el Monasterio fue propiedad de Don Pío García Espinosa, nacido en 1853 en San Cosme de Casanca, concello de Irixo (Ourense). Asentado en Pontedeume, vive en el número 21 de la calle Real. Parece que era hombre cultísimo y aficionado a la caza, que practicaba en las inmediaciones de Caaveiro, incluso en lo más crudo del invierno. En 1890 don Pío consigue que el Arzobispado le ceda el uso de la casa del Monasterio. En 1896 tiene lugar en Caaveiro la inauguración solemne del edificio restaurado. Don Pío lo acondicionará con todas las comodidades y, también, lo utilizará como una casa de campo, en la que pasa largas temporadas. Cuando muere don Pío, Caaveiro, pasa a ser administrado por su mujer, doña Cristina Novoa, y, a su muerte, acaecida en 1939, por sus hijos. A la muerte de éstos, en los años 40, un casero (que vivirá en la casa del guardés, a la entrada del Monasterio) se encargará de rendir cuentas a la viuda de uno de los hijos de Don Pío. Más tarde se arrendarán muchas de sus tierras y será, en esta época, (años 60-70) cuando se cometen los mayores expolios en el lugar (robos de piedras, de madera, destrozos múltiples, invasión de la maleza, etc). En 1986 se aprueba un expediente de expropiacion que convierte al monasterio y sus alrededores en propiedad de la Diputación de A Coruña.
Nos enteramos, también, que los primeros ermitaños que vivieron en esta zona lo hacían, posiblemente, en cuevas, y que, el lugar, se denominaba, en principio, con el nombre de Calavario, evolucionado posteriormente, a Caaveiro. Según un historiador de Pontedeume, Carlos de Castro, el nombre de Calavario probablemente provenga de la abundancia de peñas, rocas o batolitos en esta zona, identificados en latín tardío por la raíz calav. Si bien es cierto que también dice, el mismo historiador, que el origen del monasterio (siglo X) puede estar en la presencia en el lugar de numerosos anacoretas que se retiraban allí a meditar.
Se dice, también, que aquí vivió San Rosendo, y que, aunque no sea el fundador del monasterio, si parece que fue su impulsor. Cuenta la leyenda que en una noche de tormenta perdió su anillo en el río cercano al monasterio. Juró a Dios que no abandonaría aquel lugar hasta recuperarlo. Así pasó siete años de vida contemplativa, hasta que, un buen día, San Rosendo se disponía a comer unas truchas recién pescadas en las inmediaciones del convento. La sorpresa se adueñó del santo al comprobar que, en el estómago de uno de los peces, se hallaba el anillo que años atrás había perdido en las aguas del Eume.
Unha noite de tormenta
Perdéu San Rosendo o anelo
Moitos aniños despois
Tróuxollo no bico un reo.
Aunque, como dije anteriormente, ya en el siglo X, había ermitaños en este lugar; serán los agustinos, quienes a partir del siglo XII, se asentarán definitivamente en la zona. Según parece, estos monjes, de forma diferente a los benedictinos, preferían el "ORA" al "LABORA", sobre todo, si el "labora" lo realizaban otros. Lo cierto es que no pudieron escoger mejor lugar para el recogimiento y el disfrute.
En el lugar del Monasterio parece que existieron dos iglesias. Hoy solamente existe una: la Iglesia de Santa Isabel. Ésta, la que permanece, parece que servía como lugar de enterramiento de los monjes; la otra, la de San Juan, (que ya no existe), era la destinada para los actos del culto. Por cierto, el monasterio actúal tiene el nombre de San Xoan (Juan) de Caaveiro.
Visitamos también una estancia en donde existe una reja, y, bajo ella, una especie de subterráneo. No me he enterado muy bien, pero, aunque parece que tenía la función de ser un deposito del agua para el monasterio, existe una leyenda que la define como lugar de torturas. Sobre este asunto, mi amigo, José Antonio Carpente, me hace la siguiente precisión: "Lo del subterráneo efectivamente era un aljibe. La leyenda a la que se refería el guía es que eran una especie de mazmorras. Lo que no dijo el guía es la creencia de que en los espacios a los que se accede por las escaleras que estaban tapiadas (donde dijo el guía que tuvieramos cuidado con las cabezas) se torturaba a la gente echándoles aceite hirviendo por las cabezas. Ésto viene a cuento de que dichos espacios son muy estrechos (sólo cabe una persona de pie) y si le pones una puerta de hierro enrejado ya tienes el sitio perfecto para la tortura."
Visto lo escrito por mi amigo, lo cierto es que, a veces, lo mejor es estar desinformado.
Por último, en el exterior del Monasterio, no debe dejar de visitarse el precioso conjunto formado por el Molino y el Puente sobre el Sesín, afluente del Eume. Este lugar se encuentra solamente a unos 200 metros del Monasterio. Por lo demás, esperamos que la lucidez impere y sepa utilizarse este maravilloso lugar como un elemento integrador en el entorno de las Fragas.
BREVE DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
Salimos sobre la 10,30 de Pontedeume. Accedemos al carril-bici, situado en el paseo marítimo y pedaleámos, durante 1,5 kilómetros, hasta llegar a la carretera que nos conducirá al Parque y al Monasterio de Caaveiro. Durante unos cinco kilómetros pedaleámos, entre coches, por una carretera que nos va acercando al Parque. Llegamos al Area Recreativa da Xunqueira de Arriba. Un poco más adelante, divisamos el Centro de Interpretación del Parque, en donde existe un restaurante, y, lo que parece un centro de información "acristalado", pero cerrado (?). Creo que también se pueden alquilar bicicletas. Aquí es donde comienza realmente nuestra ruta cicloturista. Seguimos pedaleándo y accedemos a un Area de descanso en donde se muestran claramente dos señales que prohiben la circulación de los coches hasta el monasterio. A partir de ahora, solamente caminantes o ciclistas pueden acceder al Parque y al Monasterio. De todas formas, hay que tener precaución, pues suele circular un autobús que transporta turistas hasta cerca del Monasterio. Además, debemos tener en cuenta que algunos propietarios de fincas, que hay en las Fragas, están autorizados por la Diputación para poder transitar, en coche, en cualquier momento. ¡Ojo al dato!
Seguimos hacia delante y, a nuestra izquierda, podemos observar uno de los dos puentes colgantes, sobre el río Eume, que nos permiten acceder a la otra orilla del mismo. No se permite subir a esos puentes a más de 10 personas. Además se mueven mucho. Hay que tener mucho cuidado, sobre todo, con los niños. Más adelante, pasarémos por el refugio de pescadores Cal Grande; así como por una casita situada al lado del río. Más tarde, a nuestra derecha, podremos contemplar una pequeña cascada que desemboca en la misma carretera. Despues llegarémos a otro refugio de pescadores conocido con el nombre de A Figueira. Pedaleamos un poco más y llegamos, por fín, al puente (no colgante) que nos permitirá acceder al Monasterio. Cruzamos el puente y nos encontramos con una pequeña, pero pronunciada subida, (en el vídeo aparece filmada la bajada), que nos conduce al mismo Monasterio. Decido subir montado en la bici. Cuando me falta ya muy poco para llegar, las pulsaciones se me ponen a 165, y suena un pitido que me avisa que me estoy pasando. Decido bajarme y hacer los últimos metros andando. Llegamos, por fín, al Monasterio de Caaveiro. En total, el recorrido, representa unos 15 kilómetros (ida) por un terreno casi llano y, sobre todo, en estas fechas de verano, libre de coches. Por todo ello, haremos encantados los 15 kilómetros, de vuelta, para poder llegar, de nuevo, a Pontedeume. Al llegar a esta localidad decido seguir yo sólo por el carril-bici y acercarme a visitar un curioso árbol (del que no sé la historia) que se encuentra rodeado por una valla metálica y con una escalera en espiral que permitiría (si se pudiése acceder a él) ascender al mismo. Cuando me entere os contaré la historia del mismo. [Ver Video] [Ver Animación]

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